Caí de la rama antes de estar maduro. Por eso nadie me recogió. Lo que no estuvo del todo mal, pues me dio tiempo a ablandarme con la humedad del suelo y comenzar a echar raíces. Bueno, sólo unas pocas, ya que en nada llegó el otoño y, con él, los vientos, que me arrastraron cuesta abajo por una de las muchas pendientes que atravesaban mi barrio. Desde entonces continúo girando. Y la verdad es que ya no sé si lo hago cuesta abajo o cuesta arriba. Total, qué más da. Lo único importante es que, hace mucho, aprendí a disfrutar del movimiento.
Javier López.
suelo perderme por la red ……………..buscando, no se bien que. y buscando, buscando encontre unos de tantos tesoros. una foto y un texto. una maravilla. gracias javier lopez.
ramón
Gracias a ti por perderte por estos lares.
Un abrazo.
Un magnífico descubrimiento… gracias por escribir y dejar que leamos…
Enriqueces los pensamientos… las reflexiones.
Saludos
Gracias por perderte por aquí… 😉
Me ha gustado mucho lo que he leído. Seguiré haciéndolo.
Qué bueno !!! Me alegra 🙂