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Aquel día el infierno tocó en mi puerta y le agradecí que fuera un infierno educado, porque todo el mundo sabe que los infiernos son más de colarse sin invitación, de pringarlo todo sin que te des cuenta hasta que, de pronto, te saltan a la cara y te comen la boca. Y las certezas.
imagen: Mónica Palacios
Entonces vuelve el día en el que las mentiras que te animan a levantar cada mañana se derriten. Pero no como helado al sol de agosto, no. Más bien como diarrea, con ese mal cuerpo que deja, con sus retortijones, el mal sabor de boca y la cara regañada.
Lo hice adrede. Jamás compartí con ella ninguna melodía. No sonaba música en mi casa cuando me visitaba, ni siquiera para amenizar la coreografía de nuestros cuerpos enfrascados en el sudor y el sexo. Nunca fuimos juntos a ningún concierto, solo escuchábamos noticias y tertulias en las radios de los coches
Lo decidí incluso antes de conocerla. Cuando me di cuenta de todas las músicas que me habían arrebatado los amores que archivé, los que me empeñé en olvidar para no revivir más desencuentros.
Cada relación estaba asociada a una banda sonora, melodías que insonorizaba para pasar página, para superar el duelo de los desamores sucesivos.
Así, una a una se fueron llevando a Bob Marley, a Supertramp, a Queen, a Silvio y a Pablo, a toda la Trova junta, a Víctor Jara y al resto de cantautores… Con otras se fueron ACDC, la Polla Récord, Kortatu… También Radio Futura y el pop de los 80. Beethoven, Mahler, Stravinsky, Satie… Ellos también me abandonaron, se marcharon con ellas. Vetusta, De Pedro, Altraste, el Kanka… Todos y cada uno se largaron. Como bienes gananciales a los que no tuve derecho ni parte.
Por eso, fue por eso que decidí no volver a compartir ni un acorde más, no caer en la trampa de anclar ritmos con guiños ni afectos.
Fue entonces cuando apareció ella, que también acabó marchándose. Y con ella, el silencio.
Quiero ser silencio
dejar de salpicar con más ruido
y observar
solo observar
.
Las palabras se resisten a mi intento
hacen por salir
Me retumban en la boca
vibran en mis paletas
desafían mi empeño
Las muerdo
.
Frases armadas
bombardean los límites de mi cabeza
destructoras
arpías
.
El volumen baja
pero el silencio no llega
Otro zumbido se acerca
Sílabas reagrupadas
construyen sentencias
intentan abarcarlo todo
absolutas
simplistas
excluyentes
Me defiendo
Levanto trincheras calladas
lanzo pensamientos flexibles
miradas sin juicio
paisajes sin nombre
.
No venceré
lo sé
Disfrutaré de la tregua
lo sé
– No tengo fuerzas para salir al mundo. Prefiero quedarme aquí adentro, con mis cosas. Recuperándome, ordenando ideas, agrupando fuerzas. Curando heridas en mi silencio.
-Estaré fuera. Si no tardas, espero. O si prefieres, mándame una señal al salir.