El frío se nos cuela por las piernas y trepa rodillas arriba.
La tristeza se nos posa en la cabeza y se deja derretir, cuerpo abajo, como cera de vela, como chocolate caliente.
El miedo nos muerde la espalda, a la altura de los riñones.
El frío, la tristeza, el miedo avanzan cuerpo adentro, pretenden instalarse en nuestros huesos. Si lo consiguen, si no los sacudimos a tiempo, entonces sí que estamos jodidos.