Dejó pasar el silencio
se liberó de la obligación de responder
de cuestionar
de intentar comprender
de teñirlo todo de lógica,
de coherencia.
Se permitió no tener que resolver nada
ni ordenar
ni retocar
ni
nada.
Respiró
sintió el eco vacío en su cabeza
el cosquilleo del aire
el roce de las sábanas
el crujir de los electrodomésticos
las rutinas de la calle.
Se dejó dormir
sin preguntas
sin respuestas
se enroscó con la tranquilidad del perro viejo
de quien sabe
a ciencia cierta
que mañana todo estará igual,
manga por hombro.