Un sinfín de significados desahuciados de sus palabras se movilizan y constituyen el Frente Semántico Amplio. Reclaman los sonidos de los que fueron expropiados, con el único fin de reurbanizar con ruidos los discursos.
Denuncian el impacto intelectual, la desertización del pensamiento, convertido en áridas onomatopeyas, en ecos sin contenido, retumbando huecos en bocas mitineras y tertulianas, voceras de multinacionales y banqueros.