De una estación a otra, los atajos se llenan de matojos, de malas hierbas. Con frecuencia, las lluvias los desdibujan, haciéndonos perder el rastro y el tiempo, dando vueltas en busca de cualquier salida.
Tampoco hay recetas mágicas que sirvan para todo el mundo.
Ni remedios válidos para toda la vida.
Ni mal que cien años dure.
ni cuerpo que lo resista… 🙂