Tener una idea, definirla, estructurarla, escribirla, corregirla, darle ritmo, editarla, encuadernarla…, para que acabe atrapada en una olvidada estantería, es como inmovilizar un sueño entre frías rejas con la única intención de exhibirlo. Eso, claro, si alguien tiene la feliz idea de atravesar la jungla de alguna biblioteca y, además, decide abrir precisamente nuestro libro.
Si todas esas variables se conjugan, si se alinean tantas casualidades, entonces la cosa cambia. El sueño se libera, revive, se reinventa, se transforma arrastrado por las nuevas brisas que lo sueñan.
Quizás no se muestra ni se comparte un sueño. Quizás sólo se incita a soñar.
Que no es poco.
He dado con este blog a través de Anoniman…
Me gusta lo que dices: los sueños como una invitación que oculta el misterio de si serán o no liberados… Bonita reflexión. Tal vez se haya liberado un microsueño tuyo al estar yo leyéndote y otro mío al recoger tus palabras…jj
saludos…
Solo debemos lamentar lo que no hacemos… intentarlo una y otra vez hará que nuestras llamadas silenciosas atraigan esos pasos liberadores que conduzcan a las estanterias en donde reposan nuestros sueños a la espera de ser liberados. 🙂