Volvió a perderse en el mismo laberinto.
Una vez más, se sintió a salvo recuperando la hebra de lana que había desovillado por el camino. El truco ancestral que le inculcaron con tantos cuentos desde la infancia.
Tirando de ella repitió sus pasos, pero éstos solo le llevaron hasta la entrada, al mismo punto de partida de siempre.