Siempre quiso ser portada de la prensa local. Lo intentó por todos los medios pero no hubo manera.
Era un tipo oscuro, airado por la indiferencia, la ceguera ajena, incapaces de reconocerle sus muchos valores y capacidades.
El vecindario no se percató. Su vida seguía siendo gris pero, de pronto, se le había dibujado una sonrisa.
Ocurrió en su casa una noche. Entraron y la destrozaron toda. A él lo mataron de un solo golpe, después lo descuartizaron con saña, salpicándolo todo de vísceras.
Hicieron un buen trabajo. Ocurrió tal y como lo había encargado.
No se conformaba con ser titular de un día. Quería que hablaran de él, al menos, una semana. Con reportaje en el dominical incluido.