Guardaba una idea para el último relato. La mimé tanto que, claro, acabó creciendo… Y ahora no hay quien la meta en un tuit
Se quisieron con la naturalidad de la lluvia. Como quien ve atardecer sin esperarlo, sabiendo que mañana se repetirá. Quizás
Hizo un zulo donde solo dejó entrar a sus fieles más fundamentalistas. El mundo agradeció el silencio
Por el laberinto del cementerio corren olvidos y recuerdos. Recuerdos olvidados, deformes de tanto ser contados. O callados
Por no errar no habló. No anduvo por no tropezar. Para no caer, no saltó. Por no pisar nunca bailó. Por no morir, jamás vivió
Dieron la vuelta al mundo en direcciones opuestas. Apenas se cruzaron en las antípodas. Ya en el barrio, otra vez se miraron
Detestaba las perdices. Tampoco quería pareja ni le molaba la monogamia. Así que, sin nada que perder, improvisó otro cuento
Se cruzaron en 1 chat. Compartieron biografías, fantasías, mentiras. Al despertar ninguno seguía allí. Tampoco el dinosaurio
Pero, ¿qué más te da?, le dijo. Es una tontería, no te cuesta nada, insistió. Justo por eso, contestó. Apuró la copa y se fue
Se fundieron en un abrazo eterno. Bueno, de un rato largo. Suficiente para recolocarse las costillas, los abismos y miedos
La familia, empantallada y silenciosa, escribía en sus móviles. La abuela, aburrida, suspiraba por los relatos de siempre
Se le escapó la luna como quien pierde la guagua. Pies en tierra, anda sin dejar de mirarla. El mundo sigue girando sin rumbo
La vio y la inventó. A su gusto le diseñó una vida y se metió en ella. Luego se extrañó porque ella no era y él no cabía
Fui un genio, hasta que hipotequé mis deseos y perdí la lámpara. Ahora vivo en un cajero, otro expendedor de sueños
Despiste total. Al irse dejó en casa sombras, olores, ecos de risas y gemidos, algún beso casual… y el cepillo de dientes
Perdido en el laberinto, desanduvo sus pasos tirando de la hebra de lana. No llegó a la salida, solo volvió a la entrada
Se impresionó tanto con sus ojos que cayó dentro. Quedó atascado en el lagrimal hasta 2018, cuando logró cita oftalmológica
Escribí un cuento de desencuentros, pero ahora no lo encuentro y estoy en tiempo de descuento. En otro momento te lo cuento
Dijo que era un ser de luz. Lo cierto es que me encandiló. Tanto, que sigo sin verlo claro
«El mundo soy YO», dijo. «Quien me cuestione es extraterrestre», espetó. Y, tan pancha, brindó por la biodiversidad
(*) microrrelatos que inventé por culpa del Festival Internacional de Cuento de Los Silos (Tenerife) de 2016, donde finalmente decidieron premiarme como finalista. Lindo divertimento.