tarde de domingo

La tarde de domingo se pliega, como todas
como retroceden las olas al llegar a lo más alto de la orilla
lo más lejos que saben
que pueden
se atreven
según la hora
según la ola

Y en cualquier trinchera
dos gametos se juntan y fecundan
para ser paridos en cualquier barricada
para echar a andar entre la balacera
intentando volar entre misiles.

egómetro

Hace mucho que estoy por inventar instrumento tan necesario. Me empeño por puro altruismo y mucho de salud mental. Como no me motiva hacerme rico con la patente, regalo mi invento a quienes quieran darle uso. Ojalá sean multitud.

Sin ánimo de caer en defenestrados psicologismos, no me negarán la necesidad de una herramienta que ponga freno a las inútiles y aburridas batallas que dinamitan tantas convivencias y proyectos, que tanto animan -al menos a mí, confieso- a un retiro anacoreta, alejado del mundanal absurdo grupal. Lo hago como penúltimo intento, antes de rendirme y tirarme definitivamente al monte, aunque preferiría una playa desierta, la verdad, si quedaran o quedasen.

Me concentro en la búsqueda de algo que reubique los egos para que adquieran una dimensión realista de sí mismos, con el objetivo de pasar al consciente de cada cual sus propias limitaciones, sin que por ello deban menospreciar sus virtudes que, seguro, son muchas, como la de cualquier otro hijo o hija de vecina.

Tras observar numerosas reuniones de tres o más personas, opto por descartar el diseño de un mero medidor de egolatrías. Esa función ya la ejercen las constantes meadas, el famoso “a ver quién mea más alto” en cualquiera de sus modos rituales. Cuando se trata de grupos exclusivamente masculinos, las consabidas mediciones pasan a ser fálicas en sus múltiples modalidades: a ver quien tiene el coche más grande, el salario con más dígitos, el historial sexual más largo… Entre otras muchas formas de competir que es capaz de inventar una mente cuadriculada por el género masculino.

Así que mi aportación al empeño de vivir en sociedad de la especie humana ha terminado por concretarse en las siguientes instrucciones:

1. Practique preferiblemente cada mañana, al poco de levantarse, tras la ducha matutina.

2. Sin vestirse aún, mírese al espejo. Haga un recorrido por su cuerpo y transmítale agradecimiento. Al fin y al cabo es el único que tiene, el que siempre le acompaña. Hágale un guiño a sus curvas o planicies, a su brillo o a sus arrugas. Siéntalo suyo, siéntanse uno.

3. Mírese a los ojos y enumere sus deseos. Sus deseos y capacidades. Márquese los objetivos de la jornada. No permita que la ensoñación le acabe provocando frustración al final del día. Tampoco deje que la modestia lo deje rumiando todo lo que pudo haber hecho y no hizo. Sacúdase todas las etiquetas, las suyas y las ajenas. Que nada ni nadie le condicione.

4. Vuelva a su cuerpo, aún desnudo. Acariciése. Desde el pelo, la cara, recorra su cuello, baje por los pechos o pectorales, la barriga. Cruce por sus costados, hasta alcanzar sus glúteos. Busque camino entre ellos, recorra su esfinter. Sí, sin pudor, no pasará nada. Hágalo con la firmeza necesaria para adentrar su dedo en la terminación del colon. Con un poco bastará. No es preciso entretenerse.

5. Huela su dedo y procure conservar todo el día el aroma que lo impregna. Así recordará que, por dentro, todos y cada una llevamos una buena porción de mierda.

sin tiempo

Ve la lluvia a través del cristal de su ventana. Se siente protegida del frío de la intemperie. De las gotas. Del viento. Se siente segura y capaz bajo su techo. Capaz de afrontar lo que queda de día, de semana, de año, de vida. Tiene un lugar del que partir. Un lugar al que volver.

Vuelve a mirar la lluvia pero algo ha cambiado. El cristal ya no le protege. La ventana no le defiende del frío ni de las gotas ni del viento. Se siente insegura, así, sin techo. Incapaz de afrontar lo que queda de día, de semana, de año, de vida. No tiene ningún lugar del que partir, ningún lugar al que volver.

Hogar, dulce hogar

Hogar, dulce hogar

Esta semana, más de un año después de sacar esta fotografía, escuché al alcalde de la ciudad asegurar que trabaja concienzudamente para evitar que estas personas vivan en estas condiciones aunque, matizó, no sabe cuándo lo va a lograr.

historias de frenopático

En la misma planta donde convive un  hombre que traga cuchillos y cucharas con otro que llegó hablando un dialecto árabe que ni él había escuchado jamás, en el pasillo donde un joven echa broncas a los dioses por permitir tanta corrupción política y económica, en esa zona del centro sanitario donde está el tradicional Napoleón, vive también un anciano que saluda a las mujeres cantando el cara al sol con la derecha en alto, al que no se puede interrumpir porque vuelve a empezar hasta llegar a la última nota y, acto seguido, las llama putas y guarras con el mayor de sus desprecios.

En ese lugar hay un hombre que cree ser Franco y cada mañana, puntual, manda fusilar a todo el personal sanitario. En el mismo espacio, un joven se siente miliciano republicano. Cuando los dos se cruzan, se hace el silencio en la planta y algunos internos se pasan el índice por el cuello… La sangre se hiela.

Algo me dice que este país no ha pasado página.

alturas

escalera

Desde lo alto de una escalera

a la gente se la ve pequeña.

.

Si te columpias fuerte

te parecerá que la vida no salpica

a ti no

solo al resto

.

Si no atraviesas el espejismo

ni te miras los pies de barro

la vida no va contigo

hasta creerás en el destino y el azar

como únicos motores del mundo

de la humanidad

del universo

.

Desde el exterior del laberinto

se ve muy clara la salida

.

Si todo te vino resuelto

argumentarás que los problemas no existen

.

Desde lo alto del columpio

teorizarás sobre el vaivén y el devenir

sin ensuciarte los zapatos

.

Te costará ver que tus cadenas también se oxidan

Cartón piedra

Disparamos desde la orilla a quienes huyen del hambre. Apaleamos a las personas que trepan por las vallas de nuestras fronteras del Sur. Solo las del Sur.

Nos hablan de transparencia desde una pantalla de plasma. Sin preguntas. Sin respuestas. Prometen lo que al rato desmienten. Ni las imputaciones los separan de los cargos públicos, vuelven a presentarse a las elecciones con las manos sucias, como si aquí no pasara nada.

El partido del Gobierno blanquea dinero en paraísos fiscales, se compara con una ONG y se reparten el botín en sobres sin nombres. La Fiscalía silba, cegata, no encuentra indicios, mientras retiran a los jueces que remueven sus cimientos putrefactos.

Impiden las energías renovables para beneficiar a las multinacionales que nos vampirizan y contaminan, las que les contratan y les dan despachos cuando se les acaba el chollo público.

Jóvenes encarcelados por denunciar la falta de trabajo. La universidad cada vez más cara, más lejos, más privada, más inútil.

Los bancos cubren sus pérdidas con el dinero de la ciudadanía, la misma a la que les quitan las casas, el trabajo, las becas, los medicamentos…

Esto no es un cuento, mucho menos poesía. Es esta democracia de cartón piedra, la nuestra, la que permitimos. No sé ustedes, pero yo necesito soñar otras realidades posibles, seguir creyendo que los derechos humanos no son utopía. La perfección es inalcanzable, pero es vital seguir buscándola. Si no, para qué?

no me lo agradezca, señora Capriles

Me entero por la prensa, qué importancia la mía, de lo agradecida que está conmigo Mitzy Capriles. Conmigo y con ustedes, con toda la población canaria, al parecer. No me gusta tener acreedores, tampoco deudores, mucho menos si desconozco los motivos, así que me empeño en aclarar el origen de esta inesperada gratitud de la pareja del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, detenido por presunto integrante de la trama golpista en Venezuela.

Capriles repite la cantinela de llevar la democracia a su país, la misma con la que EEUU ha invadido tantos pueblos del planeta. Ocurre esta vez que el partido que gobierna en Venezuela, el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), ha ganado 20 convocatorias electorales, de las que numerosos observadores internacionales han dado fe de sus sobradas garantías democráticas. Entre otros, el expresidente norteamericano Jimmy Carter y observadores de la Unión Europea, nada sospechosos de simpatizar con el chavismo, lo han considerado “el mejor sistema electoral del mundo”, que no es poco.

Tanto Antonio Ledezma como, el también detenido, Leopoldo López han manifestado abiertamente sus intenciones de derrocar a Maduro por cualquier vía, ya que en las urnas no reciben el apoyo de la ciudadanía. Las acusaciones de intentonas golpistas, por tanto, no resultan descabelladas.

A estas alturas, la señora Mitzy Capriles y sus agradecimientos poca gracia me están haciendo. Sigo buscándole alguna lógica a su manifiesto amor por estas ínsulas y leo que lo dirige especialmente a Tenerife, donde el Cabildo Insular aprobó recientemente, a propuesta del Partido Popular (PP), un acuerdo institucional -suscrito por el tripartito CC, PSOE y PP- que pide libertad de expresión no violenta en Venezuela, citando expresamente a los opositores Leopoldo López, Daniel Ceballos y Antonio Ledezma. Los dos primeros encabezaron las manifestaciones violentas de 2014 que se saldaron con 43 asesinatos y más de 800 personas heridas, bien instigando a la violencia o por dejación de sus funciones como alcaldes, impidiendo la intervención policial. El historial de Ledezma es difícil de resumir, reúne bajo su mandato denuncias por asesinatos, masacre en la prisión Reten de Catia, malversación de fondos públicos… Además, ahora la Fiscalía venezolana lo acusa de estar implicado en la intentona golpista recientemente desmontada.

Llegados a este punto, más que la sonrisa de la señora Capriles, lo que me preocupa es la relación de la corporación insular con estos personajes, como poco, siniestros. A priori, no resulta extraña la identificación del PP con la llamada Voluntad Popular, la oposición venezolana. Su ideólogo, José María Aznar, no ha perdido ocasión para tildar de dictador al presidente elegido por las urnas y hasta para llamar a la intervención internacional contra Venezuela. Mientras, él mismo hacía negocietes con Gadafi y el PP avala al dictador marroquí, por poner solo algunos ejemplos. Conocidas son sus ínfulas de estratega internacional y sus desastrosas consecuencias.

Del PSOE me llama la atención, ya no que Felipe González sume, a sus muchas asesorías, la de Henrique Capriles. Tampoco que Pedro Sánchez desee que los próximos comicios en Venezuela sean limpios y transparentes, mientras el ex Zapatero anda de Foros en el Sáhara ocupado por Marruecos. Lo que realmente me sorprende es que el alcalde de Icod de los Vinos, Juan José Dorta, un municipio tinerfeño con 3.435 vecinos demandando empleo, un 45% de su población activa, no tenga tarea más urgente que acudir a Madrid a reunirse con la pareja del detenido alcalde de Caracas.

De Coalición Canaria, como dirían Tip y Coll, hablaremos la próxima semana. Su papel de bisagra les lleva a estar en cualquier fregado, en estos y en los opuestos, con tal de mantener su razón de ser, el poder.

Y llegados a este punto, deduzco que es precisamente ése, el poder, lo que hace confluir a las tres formaciones políticas omnipresentes en Canarias en esta embestida contra la ciudadanía venezolana, que ha elegido en repetidas ocasiones, democráticamente, al PSUV para que le gobierne. Venezuela y el chavismo han entrado de lleno en las muchas campañas electorales que celebra el Estado español en 2015. Su identificación con Podemos y otras fórmulas organizativas que amenazan el bipartidismo español y el tripartidismo isleño, convierten el país americano en aliño habitual de debates, tertulias y demás telebasuras.

Por su parte, no olvidemos que en nombre de la democracia y los derechos humanos, EEUU ha invadido medio planeta. En este país, en estas islas, esos mismos derechos se violan a diario (aporrean y devuelven en caliente a inmigrantes, se desahucia a personas de sus viviendas, se recortan servicios sanitarios, educativos…), sin que a estos abanderados del antichavismo se les arrugue ni un pelo de la ceja, más bien al contrario.

El sabio Pepe Mujica, expresidente de Uruguay, con su sorna habitual, aseguraba que quien considera a Venezuela una amenaza para EEUU “debe andar pasado de la manija”, que “ya estamos podridos de que se metan en asuntos internos de los países de la región”. Pues eso.

En lo que a usted respecta, Mitzy Capriles, puede ahorrarse los agradecimientos.