Fueron los primeros. Nadie confiaba en ellos. ¿Cómo se atreven?, les decían. Serán ilusos, rumoreaban entre risas.
Pasaron los años y supieron esquivar los momentos de desánimo, que fueron muchos.
Unos pocos se sumaron a la tarea. El viento, la bruma, la lluvia, las olas…
Con ellos llegaron los logros y, con éstos, más apoyos. Algunos se atrevieron a enraizar, profundizando en la labor, trabajando desde dentro.
Pasaron siglos y los osados se organizaron. Se constituyeron en pisos de vegetación, especializándose en cada tipo de suelo.
Así fue posible y, a pesar de la desconfianza, la roca acabó en la orilla, hecha arena.
los muchos que no se sumaron se fueron convirtiendo, también ellos, en roca maciza… hasta que, hechos arena, comprendieron la tenacidad de los ilusos