La pensaron y diseñaron para ser una bota.
Buscaron los materiales, los cortaron, los cosieron y los pegaron para convertirla en el calzado que se esperaba de ella.
Así y todo, después de mucho andar, no lo pudo remediar. Acabó por dejar florecer lo que llevaba dentro.
Y qué otra cosa podía hacer, si siempre quiso ser una maceta. Una dulce y acogedora maceta.
«Habemos» muchas macetas floreciendo, gracias jejejeje