
Javier López
Como un puñado de boliches corriendo calle abajo
coloridos
brillantes y desordenados.
Los hay que avanzan veloces y solitarios
dan vueltas sobre sí
y se abren paso sin mirar a quienes van a su lado.
Algunos chocan bruscamente y se separan para siempre.
Otros bajan juntos todo el trayecto, aunque a veces tropiecen y suelten chispas.
Unos pocos zigzaguean sin prisas
comparten tramos de recorrido
a ratos con unos
a ratos con otros
hasta que la pendiente los separa
o, en un giro triste,
quizás fraterno,
ven partir la compañía
que sigue de largo
por otras encrucijadas.