Un chiste de parados


Dice el consejero canario del área que, debido a la crisis, pospone la consecución del «pleno empleo» en uno o dos años. Aguanten la risa. Tenía previsto el año 2013, pero no quedará más remedio que esperar al 2014 ó 2015. Tremendo.

El eslogan del pleno empleo es frecuente en las campañas electorales de casi todos los partidos políticos. Eso, o quizás por eso, no significa que tenga ni pueda ser real.

El sistema económico en el que ahora naufragamos se fundamenta también en la relación entre mano de obra y capital. Como saben, el segundo es quien tiene la sartén por el mango y lo que Carlitos, el tal Marx, llamaba el Ejército de Parados le da un incalculable márgen de maniobras.


Imaginen el poderío que tendrían los trabajadores en cualquier negociación si no existiera el temor a irse a la calle y que ésta no fuera larga, oscura y desoladora. El mismo del que ahora disfrutan los empresarios con la amenaza del despido.

Resulta evidente que a las empresas tampoco les interesan unos niveles de desempleo altos. No sólo por la posible conflictividad social que eso genere, el aumento del gasto público y el probable incremento de impuestos. Fundamentalmente por la generalizada disminución de poder adquisitivo y, por tanto, de las ventas.

Entre más ganan los trabajadores, más gastan y, al final, las empresas venden y ganan más. El paro masivo no les beneficia. Pero que no nos engañen, el pleno empleo, tampoco.