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Bochorno insufrible de tarde dominical. En esos momentos me vuelvo anacrónico y me entierro en periódicos de papel, que me ayudan a digerir el sopor entre la casi imperceptible brisa que entra por todas mis ventanas abiertas. Un ritual que siempre acaba con esa vacía sensación de «total, ¿para qué?».

Continúan, pica que te repica, esculpiendo el mito de Michael Jackson, ése más que sospechoso de pedofilia, el que se autolesionaba en busca de una estética imposible. Recuerdo los dibujos animados de los Five que vi de pequeño, lo único interesante que me queda de él. Aunque prefería los de los Glober Troter, la verdad.

Al otro lado del planeta, siguen saliendo prostitutas de Berlusconi que ahora cobran por contar sus orgías. Como si quedara alguien por enterarse de los delirios del personaje. Como si, italianos y aznarines aparte, quedara ser vivo que lo soportara. Me niego a leer la vida sexual de semejante esperpento.

Por si éramos pocos, va la iglesia hondureña y se alinea con el golpista Micheletti. Por una vez que todo el abanico internacional cierra filas en defensa de un presidente derrocado a punta de pistola.

¿Ven como tenía yo razón? Total, ¿para qué? Casi mejor me dejo vencer por el calor y me duermo sobre este pegajoso sofá. Ah, cuando consiga trabajo, recomiéndenme que instale aire acondicionado en esta casa.